Todo el mundo habla de ese Jesus Died for somebody sins... y con razón. Sin embargo, pocos se detienen a señalar que todo lo que es guay, ya estaba aquí. Es, en Horses, donde se produce esa catarsis que, de la mano de lo mejor de la escena de Nueva York, alumbra un disco tan único como irrepetible, totémico y absolutamente maravilloso. El mejor Verlaine, el mejor Cale, todos al servicio del inconmensurable talento y saber hacer de una Patti Smith en estado de gracia. Su eco, llegará hasta hoy y, espero, no se calle nunca.
Este disco me atrapó desde su primera frase. Es con justa razón que "Jesus died for somebody's sin, but not mine" figura en lo más alto del altar del Rock, pero este disco no se detiene ahí. Lo que sigue es tanto más interesante, poético, punk, en el fondo: rockanrolesco.