Una de las mejores, y más queridas, joyas de mi colección. A dia de hoy, le debo tanto a este disco, que yo seria otra persona de no haberme cruzado con el aquella tarde de junio, en aquella biblioteca pública, en la que decidi ponerme a ojear un libro que reunia diferentes bandas de los 90 y analizaba su trayectoria, en vez de prepararme el selectivo. Este fue, sin duda, el primer desvio de una larguisima lista de deliciosos errores.
Aqui nace y muere toda una cosmovisión. Canciones potentes, vulgarmente potentes, al servicio de un discurso tan incomodo como innecesario. En cualquier otro momento, que no fuese 1992, jamás hubiese podido ser.
El trabajo que hacen, tanto la banda como el productor, en este álbum es notable. Renegades es solo un disco de versiones, es un disco menor, un juego y es, precisamente por esto, por lo que es tan especial. Nunca han sonado tan relajados, tan directos y tan bien engrasados como lo hacen aquí. La acumulación de experiencia, los sinsabores y el saberse disueltos le dan toda una serie de matices que convierten este disco en una obra irrepetible. Down on the street, tocada por los RATM, es uno de los peaks de mi yo adolescente.
Lo descubrí mucho después de lo que me tocaba, aunque definió toda una era. De mi vida, también. No se me ocurre ni un solo pero para esta obra mayúscula.
Sobre este disco, tras años de andar perdido, construí mi nueva relación con la música y, en especial, con todo lo que me gusta. Aquí, Titus nos recuerda que hay que ser fiel a uno mismo y no dejarse llevar por discursos espurios, predicando con el ejemplo e imbuyéndose, pura y simplemente, de verdad.