De repente el chavalillo ese tan majo que conociste el verano pasado te lleva a su cuarto, desordenado y lleno de mierda, y te empieza a contar sus secretos más oscuros. Un disco crudo, desequilibrado e imperfecto pero tan honesto y auténtico que el descoloque de las primeras escuchas pronto abre paso a una auténtica devoción, a pesar de lo problemático de muchas letras.
Aunque es un poco irregular, tiene momentos verdaderamente reseñables.
Es curioso, como oyente, sentir como se cruzan en un disco las diferentes tendencias del momento y como, bajo la dirección adecuada, dan pie al surgimiento de algo.
No es que Weezer inventara el emo, en 1996 ya había buenos ejemplos, pero si que le da una forma y un nivel inexplorado hasta el momento.
Sinceramente, al igual el Blue, Pinkerton es uno de esos discos que aportan mucho más que buenas guitarras y ayudan a expandir los limites del conocimiento de quien lo escucha.
Lástima lo que le hacen Falling For You, Butterfly y quizás El Scorcho a un disco donde ocurren cosas como enamorarse platonicamente de una lesbiana, soñar con conocer a tu fan japonesa a la que le dedicas una canción en la que le dices que fantaseas con si se masturba o no (“I've got your letter, you've got my song” es una frase tan simple como efectiva para que se vea inocente y no te denuncien), ensuciar tu sonido hasta lo máximo que eres capaz mientras cantas al hastío del sexo y te pasas todo el disco buscando a “la ideal” (que obviamente no aparece), soltar una cantidad de ganchos pop inasumible mientras saqueas sin piedad a los Pixies, recordarte… More