Una civilización entera puede sostenerse sobre este disco. Kevin Shields en absoluto estado de gracia puso en este artefacto sonoro los cimientos sobre los que se edificó gran parte de la música más inspirada de los 90 en adelante.
Pffff… ruidismo o barbarie. Por este disco no pasan los años. Si no lo has escuchado ya, no se a que estás esperando: cualquier otra cosa es perder el tiempo.