La gran sorpresa del año. Milan W. emerge como embajador de un sonido que igual se mira en Dean Blunt que en la psicodelia de nuevo cuño. Es simultáneamente vanguardista y suena antiguo. Uno de esos discos cuya desconexión con el momento actual le entrega, precisamente, una calidez y rotundidad que suenan a entrada a la eternidad. En bucle con él desde que empezó el frío.