En bucle con esto desde hace una semana. Incapaz de oponer resistencia a ninguna de las armas individuales que conforman el sonido de Beach House: coros y melodías preciosistas, murallas de distorsión, cajas de ritmos, clavicordios sintéticos y melancolía fuera de control. Esgrimidas todas a la vez, me tiro al suelo y hago la croqueta.
Seguramente hay algo de relleno pero da igual, cuando te montas en este carrusel ya no te quieres bajar. Una fantasía de disco creado por artistas en pleno uso de sus facultades.